jueves, 25 de febrero de 2010

Pueblo Quieto


Entumecido en siestas largas, te quedas con el calor del aire
en catres acomodados en los patios bajo la enredadera, el silencio se quiebra con el silbido de un tren que fue.
Tal vez si es fin de semana un poco de alcohol para olvidar ese destino caprichoso que ciñe la vida en ofrendas y postergación.
Queda la esperanza dormida en una promesa de un cambio oportuno.Tal vez para más adelante, y así pasa la tanda, será para la próxima.
Pero en la quietud de tus calles y en el letargo de los días, queda la inocencia de la vida sencilla, la mano tendida siempre franca y el mate que brinda amistad inconcusa del lugareño.
Feliciano, lugar que apresa a quien lo visita y regala a los que llegan la paz que tiene el murmullo de un arroyo y el canto de horneros y pirinchos o un cielo estrellado regalando esplendores y así dejar en el alma el solaz buscado.
El viento del norte retuerce algarrobos y espinillos,se mezcla con el sonido cimbreante de un acordeón en las manos toscas del jornalero, queriendo atrapar tiempo y tradición, baile en piso de tierra, canto hecho clamor y el grito desgarrado de un sapucay que se aferra a la vida sin tiempo.
Este pueblo queda a más de 200 km de donde vivo, como muchos detenido en el tiempo, los jóvenes emigran a otras ciudades buscando un futuro mejor.Pueblos que duermen en promesas, pero en ellos queda guardada nuestra tradición.

4 comentarios:

  1. Maravilloso... me emocionaste terriblemente.
    Cuanta magia hay en esos pueblos... y cuanta nostalgia también.

    Besos

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  2. Solo la sensibilidad de una mirada recorre y nos regala estos versos, maravillosos por cierto.

    Un beso

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  3. Saludos Roxana,,,gracias por visitar el templo,,,

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  4. La vida sencilla de los pueblecitos tiene todo el encanto que describes. Me transportas al pueblecito de mi niñez. Sensibles y delicadas palabras, como simpre Roxana. Besos.

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