martes, 23 de julio de 2013

Tanguera



Cuando aún era de noche, cuando la aurora se demoraba en abrir la puerta de la gran habitación, llegaba desde la cocina el tango con su compás marcado, desde una pequeña radio,  yo era muy niña y me despertaba día a día esta escena. Mi Padre amaba el tango y antes de ir a trabajar mientras saboreaba unos mates bien amargos escuchaba a Carlitos Gardel,  Agustín Magaldi, así comenzaba el día mi querido Viejo, la música lo hacía pensar en otro destino más suave, no tan temido ni tan desgastante.
Hoy me siento tanguera porque  la mirada se me va a una esquina empedrada donde la luz de un farol refleja el rostro amoroso de mi padre, sonriente mientras escucha sus tangos y me dice: " la música te da la belleza que la vida te mezquina".
Gracias mi Viejo por entretejer en mi corazón junto con los sentimientos los acordes tangueros.

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