Este año se ha quedado con las huellas de mis manos, los pasos más urgentes y la piel de mi rostro.
Le dejé en un descuido el esfuerzo de un año de trabajo, esas cuatro canciones de Ismael que repito de memoria por que me identifican y el paraguas que olvidé en un escritorio de la oficina de Rentas junto con mi risa de las mañanas.
A este año le regalé la humedad de mis lágrimas y en los meses de Escorpio y Cáncer encendí velas desesperadas a los astros, de igual manera ellos me dieron la espalda.
Se durmieron rostros que no conocí y se despertaron otros que olvidé pero de igual modo volví a confiar en la mirada recién llegada.
Este año me dolió y seguro que a ti también cuando descubrimos la misma injusticia de siempre,
la soledad de tantos y la lluvia mojando a los que menos tienen.
El verano casi comienza, su aroma se sube a la cabeza, embriaga, me desespera y quiero finalizar con este debe y haber de un año que pasó.
Tal vez el mejor o el más extraño, el más alocado, el más vertiginoso.
Yo sigo aquí, con la nostalgia a cuestas, mientras tanto ¿ quién sabe qué es el tiempo?