Madre Tierra. Jallalla, jallalla.

Setecientos, novecientos, mil, minutos, horas

en un compás de espera.

Hoy vuelvo a tener esperanzas.

La tierra devela secretos.

Me dice en su ardor y humedad

cuantos aromas colores y fueguitos

tiene aún para dejarnos en el alma.

Atesora tibieza de pura vida

Para beber sonidos de viento

acunando niños en los vientres.

Fotografía: Madre Tierra de Van García.

Una línea

De ayer a hoy, ¿la ves?

Es fina imperceptible, pero está.

Deduce y late, se estremece y se desnuda.

Es la línea de la vida, que se escapa.

¡Cuidado! que de ella queda ... ¿poco? ¿nada?

De estreno.

En el claroscuro de mi vida llevo tu recuerdo,
es lo único que me devuelve momentos de luz.

Abrí mis brazos y tu vida nueva fluyó.

Como el día en que naciste, el dolor físico

se hizo hermano del milagro de amor.

Hoy te vas, tienes mi bendición, pero dime:

¿dónde instalo este sentimiento desconocido?

Sí, te esperaré acortando distancias

en el camino milagroso de Dios dónde

unidos dibujamos futuros de sol.

Balance

El platillo se inclinó, dio la sentencia final:
ellos confirmaron su destino a estrenar
ahora son habitantes de un mundo
lejos, muy lejos nuestro.
Abre tus brazos y deja que fluya
la vida que engendraste.
En libertad, sin ataduras, los volveremos a encontrar.

Mi poesía es nada más que el rincón mas pequeño

y solitario de mi alma.

Por estos días.

¿Y si somos hoy esos jóvenes que fuimos de 25 y 17 años?
Un remolino del tiempo nos atrapa y resulta que todo vuelve atrás.
Te espero en la puerta del colegio a que pases a buscarme.
Sería nuevo todo y volvería a descubrir tu risa, tus enojos, tu gusto por el río, la pesca, los caballos, nos contaríamos tantas cosas, abriendo las puertas del asombro. Nos prometeríamos ser felices, sin saber cuanta ingenuidad cegaba el camino que intentábamos recorrer.
Pero no hay mas verdad que nuestro presente, ese remolino del tiempo no existe y nuestra vida es el hoy, el tomarnos las manos sobre el mantel.
Pasaron tantos años, esa juventud quedó en el espejo junto a los sueños, muchos se hicieron realidad, otros se ahogaron entre lágrimas en la almohada. Los años se cansaron y nos hicimos grandes, yo crecí a tu lado y te alcancé y hasta a veces pienso que te llevo unos años cuando la vida se ríe de mí insolente.
Este vivir juntos y el cotidiano ruido a cocina, la música nuestra cómplice, la compu, las conversaciones con nuestros hijos, el cuidar de tu mamá con ternura y esos pasos apurados por cubrir con nuestras manos esos agujeros en la lista de prioridades y mirando de reojo esas facturas impagas... Así nos sorprende el tiempo y el sol nos trae esa caricia que olvidamos y renovamos nuestro voto nupcial "hasta que la muerte nos separe". Esta vida tan sabia nos muestra sus secretos esos que descubrimos sólo con el paso del tiempo.
Ya no quisiera tener otra vez 17 y vos 25, lo vivido es un tesoro, nos conocemos y llevamos tatuadas en la piel las caricias, y nos quedan esas ilusiones por estrenar.

Seguidilla

Todavía escucho esa calandria que en las mañanas
se acerca a mi patio,
el silbido del viento en la ventana,
el frío que entra por la chimenea
cuando se apaga el fuego.
Todavía siento el aroma de azúcar quemada en los mates.
Sí, todavía canto "los mareados",
releo el correo, admiro el cielo,
uso esa misma crema enjuague,
los jeans que nunca abandonaré.
Todavía aprisiono horas en un cuaderno,
dejo flores a los santos,
y clamo oraciones a Jesús y María.
Mientras respire tendré esa seguidilla
de "todavía", de días, de estrellas,
de despedidas,enhebrando luchas
con lágrimas y la risa,para volver a comenzar,
para ganarle a la vida, un día más, un día menos.